LAUREL PARA LAURA, TAN VITAL


Opinión
José Cenizo Jiménez


Concierto “Mujeres de sal”.
Cante: Laura Vital.

Toque: Eduardo Rebollar y Sócrates.
Palmas: Perico de la Chana y Diego Montoya.

Iglesia de San Luis de los Franceses,

Sevilla, 15 de septiembre de 2016.



Espacio y tiempo. Eso es la Bienal de flamenco, y eso la vida. Espacio y tiempo. Una tarde suave de septiembre, en la Iglesia de San Luis de los Franceses, en la calle San Luis, en pleno centro de Sevilla, un lugar de culto, barroco a tope, ya desacralizado y dedicado a la cultura, presentó su nueva propuesta, a modo de recital clásico, Laura Vital (Sanlúcar de Barrameda, 1980). Laura está en plena madurez artística, segura, entregada, feliz, comunicativa, aprendiendo a cada paso, discípula agradecida y ya joven maestra.

Su trayectoria ya es larga en aprender y ahora en enseñar, pues es profesora de cante del Conservatorio, todo un éxito para el flamenco. En esta ocasión ha querido homenajear a las mujeres, o algunas de ellas, como dijo, de la historia flamenca, de todas las épocas, de todos los estilos: la Niña de los Peines, la Trini, la Mejorana, la Serneta, Dolores la de la Huerta, María Borrico, la Perla de Cádiz o, más cercanas y ya en la memoria, Juana la del Revuelo y Mariana Cornejo, entre otras. La que más brilla, por razones obvias, en este repertorio de homenaje es la Niña de los Peines, la Pastora de las bamberas, farrucas, cantiñas… Malagueñas, rosas, tangos, soleares, taranta, seguiriya, fandangos y bulerías completan el recital.

En conjunto, un éxito de público y artístico, una muestra de la conjunción preciosa entre una buena cantaora y buenas guitarras. Dos guitarras que se complementan entre sí y que compaginan a la perfección con Laura: Eduardo Rebollar, sobrio y clásico en las soleares y vibrante y comunicativo en estilos festeros como los tangos y las bulerías, compenetrándose con Laura en recortes, pausas, desafíos atractivos para el público; y Sócrates, una agradable sorpresa, un tocaor delicado, sutil, lírico, con una música deliciosa. Acompañados, atrás, por las palmas de Perico de la Chana y Diego Montoya.

De todo lo ofrecido, nos quedamos con una farruca divina, y más en ese marco. Una interpretación algo más lenta de lo habitual, melodiosa, parsimoniosa, bella como quizá hemos escuchado pocas y con Sócrates espléndido a la guitarra, una farruca mezcla de nana, por la serenidad y la dulzura de la voz, y de seguiriya, por la profundidad. Una joya, un recuerdo hermoso, difícil de describir con palabras. Y también con una seguiriya de María Borrico, una sola letra, “Compañero mío…”, después del fraseo de guitarra, un alarde de Laura, potente desde su aparente fragilidad, como surgiendo de la reflexión y el silencio. Un espectáculo, en fin, que confirma la profesionalidad de Laura Vital, tan sabia en elegir a los compañeros de viaje. Laura está imparable: vital, productiva, serena y apasionada a la vez, equilibrada, grande.